San Vicente de la Barquera

Villas marineras que dejan huella

none

La serenidad de la vida junto al mar


Barcos pesqueros llegando a puerto después de faenar; marineros caminando hacia la lonja con la pesca del día; redes sobre el muelle, luces de atardecer… Estamos en cualquiera de las encantadoras villas marineras del norte de España, repartidas entre Galicia, Asturias y Cantabria. Son pueblos que mantienen su autenticidad, en los que es posible experimentar la vida junto al mar en sentido pleno.

Refugiarse del océano en Baiona

Al sur de las Rias Baixas (Galicia), la bahía de Baiona parece invitar al visitante a refugiarse del océano. Un magnífico casco antiguo, montes, sendas fluviales, un estuario repleto de vegetación y una gastronomía exquisita que fusiona lo mejor del mar y de la tierra. Baiona es además el primer puerto de Europa al que llegó la noticia de la existencia de un nuevo continente, América. Lo hizo a bordo de la Carabela Pinta, en 1493 y, cada primer fin de semana de marzo se celebra la Fiesta de la Arribada para recordarlo. El resto del año se puede visitar el Museo de la Carabela Pinta, una réplica de la embarcación en cuyo interior se recrea este importante momento histórico.

Vista aerea de Baiona

Escenarios de película en Asturias

Dos villas marineras por excelencia, Ribadesella y Llanes, se sitúan en la parte oriental de Asturias. La primera de ellas, entre los Picos de Europa y el mar Cantábrico, debe además mucho de su encanto al río Sella. Famoso es el descenso en piragua por su cauce que, más allá de la prueba internacional que se celebra en agosto y que es un auténtico acontecimiento festivo, se puede realizar en otras épocas del año. Las aguas del Sella invitan a la calma y esta combinación de ejercicio, naturaleza y gastronomía siempre aporta sensaciones positivas. La Cueva de Tito Bustillo y su centro de interpretación, el mirador de Guía o un paseo histórico por el puerto son otras ideas para disfrutar de la vida marinera en Ribadesella.      Una recomendación: detenerse en los acantilados del infierno, antes de llegar a Llanes, situada a solo 30 kilómetros de distancia, para tomar una de esas fotografías que ayudan a construir los recuerdos de viajes inolvidables. Unos enormes cubos de colores, dispuestos como rompeolas y obra del artista vasco Agustín Ibarrola, acaparan la atención del recién llegado. Estamos en Llanes, una villa con un casco histórico de belleza incalculable que el mundo del cine ha retratado en casi una veintena de películas. Itinerarios  cinematográficos y marineros sorprendentes, como sus playas, su senda costera o su estupendo campo de golf al borde del mar.

Imágenes de Ribadesella
Los Cubos de la Memoria

Cantabria de punta a punta

De San Vicente de la Barquera hasta Laredo, pasando por Santoña. Esa es la ruta sugerida para, en menos de 100 kilómetros, conocer lo mejor de estas tres villas marineras de Cantabria. El Parque Natural de Oyambre, próximo a la primera de ellas, es una síntesis casi perfecta de la rica fauna y flora de la zona. Una amplia flota de barcos pesqueros habita el puerto de San Vicente, lugar de paso del Camino de Santiago, en su ruta por el norte, y punto de partida del Camino Lebaniego. El patrimonio histórico heredado de la Edad Media incluye, entre otros, un castillo, un puente y una muralla.  Santoña es otro destino idóneo para entender el carácter de la gente del mar. Cuna de la técnica de salazón de las anchoas, esta villa tiene rincones como el Parque Natural de las Marismas o los faros del Pescador y del Caballo, cuyo acceso a través de unos 800 escalones de piedra es todo un reto. Por último, la playa de La Salvé de Laredo, una de las más extensas del norte de España con casi cinco kilómetros de arena fina, permite imaginarse la importancia que tuvo y tiene aquí la vida marinera. Cada año, en septiembre, una gran fiesta recrea el histórico Desembarco de Carlos V en la villa, en el que dicen fue su último viaje antes de morir. Otra cita singular es la Batalla de las Flores, para la que su gente se prepara durante meses. El objetivo: diseñar la carroza más espectacular, decorada en su totalidad con flores naturales, en un ejercicio de precisión transmitido de generación en generación.

Imágenes de Laredo y Santoña