Panorámica de Ronda

Ruta por los pueblos blancos de Andalucía

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Haciendo turismo rural por Andalucía, tranquilidad para los sentidos


Entre Cádiz y Málaga encontrarás algunos de los típicos pueblos blancos más bonitos de Andalucía. Viajar a esta zona es adentrarse en lugares en mitad de la naturaleza, hacer fotos de las casitas blancas encaladas y adornadas con macetas y flores de colores, caminar por un laberinto de callejuelas empinadas hasta llegar a una placita, contemplar paisajes de sierra, descubrir las huellas de un pasado árabe y cristiano, relajarse… Hacer una ruta en coche para conocer estos pueblos y verlos aparecer en lo alto de lo montaña como si fueran un espejismo es una experiencia de la que los viajeros vuelven enamorados.

En la Costa del Sol

Si vas a pasar tus vacaciones en la Costa del Sol de Málaga, te aconsejamos que además de conocer los bonitos pueblos de costa y darte un baño en las playas del Mediterráneo, reserves unos días para acercarte a los pueblos blancos del interior. Hay muchos que puedes visitar, aunque entre los más famosos están: Frigiliana: merece la pena pasear por sus calles estrechas con pasadizos que recuerdan su pasado morisco, conocer la única fábrica tradicional de miel de caña que funciona en Europa o divisar el Mediterráneo. Casares: es recomendable subir hasta su castillo de origen árabe en la parte más alta del pueblo. Por aquí han pasado íberos, fenicios, romanos… así que se respira la historia. Ronda: es uno de los pueblos más bonitos de España. Asomarse a su Puente Nuevo de 98 metros de altura no se olvida fácilmente. Puedes llevarte en tu cámara recuerdos de este lugar que encandiló a Hemingway, Orson Welles o Rilke. Los tres están cerca de la ciudad de Málaga, por lo que si te alojas ahí, te será muy fácil llegar hasta ellos en coche.

Vista de Casares, Málaga
Girasoles en Villamartín, Cádiz

En Cádiz

La zona de Cádiz tiene su propia ruta de los pueblos blancos que pasa por 19 localidades: Arcos de la Frontera, Bornos, Espera, Villamartín, Algodonales, El Gastor, Olvera, Torre Alháquime, Setenil de las Bodegas, Alcalá del Valle, Prado del Rey, El Bosque, Ubrique, Benaocaz, Villaluenga del Rosario, Grazalema, Zahara de la Sierra, Algar y Puerta Serrano. Además de las casitas blancas, te esperan yacimientos arqueológicos, castillos, pequeñas iglesias y paisajes de montaña que se graban en la retina. Cada pueblo tiene algo que merece la pena: Setenil de las Bodegas llama la atención por sus casas-cueva construidas directamente bajo las rocas, Grazalema por el blanco de sus casas que contrasta con el verde del Parque Natural que lo rodea, Arcos de la Frontera por sus impresionantes miradores... Dependiendo de los días con los que cuentes, puedes adaptar la ruta a tus gustos y necesidades.

Arcos de la Frontera, Cádiz

Naturaleza, gastronomía, artesanía… Autenticidad

Viajar a los pueblos blancos significa también contacto con la naturaleza. En tu viaje tendrás la opción de pasar por la Serranía de Ronda, el Parque Natural de los Alcornocales o el Parque Natural de la Sierra de Grazalema, con cañones que parece imposible que estén cerca del mar. Son zonas ideales para hacer senderismo y pasar la noche en sitios curiosos como un molino rehabilitado. Podrás encontrar productos artesanos (por ejemplo, Ubrique es muy conocida por sus fábricas de artesanía de piel) y probar una gastronomía local de esas que se disfrutan comiendo lentamente, degustando cada bocado. Por ejemplo, podrás probar quesos artesanos, dulces locales como los buñuelos, platos como las migas o el gazpacho, el típico pan de mollete o el vino ecológico de Ronda. Puedes realizar esta ruta en cualquier momento, aunque es más recomendable cuando las temperaturas son más suaves: primavera y otoño. Y un último consejo para “vivir” los pueblos blancos: dejarse llevar. Sin más. Ir descubriendo las tradiciones y la amabilidad de la gente, visitar los talleres de artesanos, llegar hasta rincones donde todo parece perfecto. En definitiva, dejar aparcada la prisa.

Collage pueblos blancos